The Heroes are Lies - Volumen 1 - Capítulo 02


The Heroes are Lies - Volumen 1 - Capítulo 02


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"Infierno"

Todo lo que podía ver era el suelo pasar debajo de mí y la sangre goteando de mi cuerpo. Todo lo que podía oír eran los pasos de los guardias que me arrastraban a mi celda y el sonido de mis piernas rozando el suelo. Todo lo que podía oler era el pútrido olor de las celdas que pasaban una y otra vez a mis costados. Todo lo que mi boca sentía era el sabor metálico de la sangre. Todo lo que podía sentir era dolor.

Cuando llegamos a la celda solo me arrojaron dentro como un saco de basura. Ni siquiera podía moverme, eso sería peor que quedarme en la posición en la que estaba. Podía sentir la mirada de los que aún no habían sido llevados a esa sala. De los que ya habían sufrido la visita pocos volteaban a mirar a los demás, no querían recordar ese dolor.

Cuando por fin logre juntar la fuerza de voluntad para moverme solo pude arrastrarme hasta estar apoyado en la pared. Cada fibra de mi cuerpo dolía como el infierno, quería quedarme allí, sin moverme, por toda la eternidad. Sin embargo eso sería un desperdicio, quería seguir viendo hacia afuera, no quería perderme información, no quería arrepentirme de nada.

Al estar sentado al borde de la celda mirando hacia el pasillo le eche un vistazo a mi cuerpo. Era poco lo que no estaba cubierto de heridas y moretones negros, dolía con solo mirar. Aparte la mirada y la dirigí al pasillo, mantuve mi vista fija en los guardias que pasaban ocasionalmente frente a las celdas.

Tenía que salir de aquí si no quería morir antes de eso, y a este paso lo haría pronto. Esa tortura, no podría soportarla durante mucho tiempo, dependía de cuánto tiempo tendría para recuperarme. Aun así, con el estado de mi cuerpo y la poca comida que recibíamos me tomaría demasiado tiempo recuperarme. Y las sesiones se volvían cada vez peores, aunque no era sorpresa…

“Creo que yo mismo me lo busque.”

Ciertamente había sido así, cuando el sufrimiento empezaba me negaba a gritar siquiera un poco, no quería darles el placer. Aun así era una estupidez, ellos tenían todo el tiempo del mundo y mi poca voluntad no duraba mucho. Seguramente por eso recibía un castigo peor en cada visita.

El tiempo pasaba, yo no me movía, tampoco apartaba la mirada de los guardias en cuanto aparecían en mi rango de visión. Estaba determinado a encontrar un hueco en su sistema y si no lo había tenía que estar atento a cualquier fallo del que pudiera aprovecharme. Solo era cuestión de tiempo, no existía algo perfecto, tarde o temprano cometerían un error y yo saldría de allí.

Tenía que mantener esos pensamientos y tener a mi mente pensando en algo, porque si volteaba a ver mi situación solo conseguiría volverme loco por el dolor y la preocupación de morir. Las torturas venían en momentos aleatorios no podías saber cuándo te llevaría y eran tan terribles que luego de ellas no sentías otra cosa que dolor y miseria.

Luego de un par de días el dolor menguaba, apenas podía arrastrarme al frente de la celda a buscar la comida y volver a la pared. Podría haberme quedado allí pero la visión era menor ya que no podía quedarme de pie y tenía que estar tirado en el suelo. La pared me proporcionaba un apoyo para al menos tener mi cuerpo sentado y mi línea de visión un poco más arriba. Esos eran los únicos movimientos que hacía con mi cuerpo, este tardaría mucho en recuperarse y no quería arriesgarme a abrir heridas por el inútil hecho de moverme en una celda en la que de todas maneras no podía hacer nada.

Solo me quedaba estar allí, observando, esperando. Aguardando un oportunidad para salir…

****

Luego de un año creo que entiendo cómo funciona el sistema de torturas. Tienen un sistema en el cual le dan el tiempo suficiente a cada uno para recuperarse por completo justo antes de ser llevado otra vez. Lo tienen todo malditamente calculado.

Los guardias empezaron a notar mis miradas luego de un mes aunque no pareció importarles. Por otro lado era imposible que ellos creyeran que podía escapar, tal vez no les preocupaba en lo más mínimo. Aunque hubiera sido de otra manera no me detendría, el tiempo era limitado y pensaba aprovecharlo al máximo.

Las celdas a mí alrededor se han ido vaciando en el último año, también note un patrón en eso. Parece ser que los desgraciados solo te matan cuando “tu” les ruegas que lo hagan. Estando en la sala de tortura luego de tres meses el loco maniático que te recibe ahí lo único que hace es preguntarte si te rindes, si deseas morir. También lo confirme notando que los que tenían la moral más baja o ya se habían rendido antes de ir no volvían.

De los que vinieron conmigo no queda ninguno, al menos aquellos que yo podía ver pero estamos divididos. Rose murió en su tercer mes y su padre fue justo detrás de ella. Los demás tampoco duraron mucho más que eso.

Sin embargo las celdas no duraban mucho tiempo vacías. Parecía que los saqueos seguían sucediendo en los pueblos y aldeas alrededor de la frontera del Imperio con el Reino. A esta altura este debe haberse enterado de todo ¿habrá empezado la guerra?

Algunos prisioneros están locos incluso antes de llegar aquí. Hace unas semanas llego un viejo que le decía a un muchacho que sería un héroe, eh escuchado cosas locas aquí dentro, pero así no.

Haaaaaa…

Es condenadamente doloroso justo después de la tortura. No solo por las heridas, tú propio cuerpo se queja de la falta de nutrientes para recuperarse. Y me eh acostumbrado un poco al dolor pero eso sigue estando igual que antes.

Las heridas más leves empiezan a curarse, y los moretones a desaparecer, al cabo de unas semanas. No se está completamente bien pero al menos puedo tenerme de pie con algo de esfuerzo. Aun así decidí no hacerlo mucho para no abrir las heridas que todavía estén cerrándose.

Luego de un mes desde que me llevan a mí, vuelve a ser el turno de los que fueron antes, pero no en el mismo orden, por lo que no podíamos estar preparados. Esto no era coincidencia, ellos esperaban a que nuestras heridas sanaran para volver a torturarnos.

Este lugar no tenía otro propósito que matar gente, esto después de llevarlos al límite del dolor y la miseria. Las comidas sumamente escasas, los ciclos de tortura en los que nunca sabias cuando seria tu turno, el hecho de que no te daban ni siquiera una semana después de que terminabas de recuperarte. Esto hacía imposible que la mente sobreviviera a semejante calvario.

Pero yo mismo era un fallo en su sistema, ellos sin querer me habían dado lo que necesitaba para soportar su infierno. Me habían dado esperanza, desde el momento en que escuche que había una posibilidad de que mi familia estuviera viva me resolví a salir de este maldito lugar para encontrarlos.

La sala de tortura se encuentra dos niveles por debajo del mío, parece haber varias salas iguales, por si necesitan llevar a varios prisioneros al mismo tiempo. Esto solo es una suposición pero deben ser todas iguales, la que yo eh visto hasta ahora es cuadrada, con una silla en el centro donde ubican a su víctima, cubriendo las paredes hay mesas y estanterías cubiertas de…”herramientas”. Además de eso solo está el torturador con su sonrisa retorcida y su desafortunada víctima.

Algo que note es que parece haber un nivel o varios más por debajo aunque no se y no quiero saber que habrá ahí. Eso es todo lo que se de ese nivel, y mi rutina gira en torno a esa sala y mi celda.

Me llevan a la sala de tortura y sufro un dolor mayor que la última vez.

Estoy tirado en mi celda vigilando las acciones de los guardias.

Me recupero de mis heridas y sigo observando a los guardias.

Espero a la siguiente sesión mientras recolecto información.

Y vuelvo a comenzar…

Mis días, meses pasaban así, nada cambiaba, me estaba volviendo loco, pero tenía algo por seguro, no iba a morir.

****

Han pasado dos años desde que llegue a este lugar, la rutina es la misma. No hay huecos en su sistema, simplemente lo tienen todo calculado, los fallos están previstos con medidas de seguridad. Han ocurrido incidentes pero ninguno ha estado ni siquiera cerca de ser exitoso. Estoy empezando a pensar que no hay escapatoria.

Aun así me mantengo firme, ya se todo lo que puedo llegar a saber de este lugar, no hay nada que no haya analizado desde mi celda. Puedo decir que los niveles superiores tienen el mismo sistema que este ya que son iguales. Si solo pudiera generar una buena oportunidad, una que me dé el tiempo necesario.

Pero eso no es fácil, no hay manera de generar una oportunidad como esa. Si un fallo ocurriera ellos lo sabrían y si lo saben tu tiempo se acaba rápidamente. Es una carrera contra los guardias, y ganar es imposible.

Me eh ido acostumbrando a las torturas, el dolor ya no me molesta tanto aun así demostrar que mi resistencia aumento sería un error. Sigo resistiéndome al principio y luego grito lo mejor que puedo para que no se den cuenta que ya no duele tanto.

Ya en la celda me recupero más rápido, hasta mi cuerpo se ha adaptado a esto, pero aunque diga que es más rápido solo son días menos que tarda en curar mis heridas, nada exagerado… ya me gustaría tener regeneración rápida. Con los días que gané debido a esto empecé a hacer ejercicio, de nada me sirve que aparezca la oportunidad si estoy demasiado débil para hacer algo.

-¡Chico, solo tienes que resistir, las oportunidades siempre se le presentan a los que están destinados a la grandeza!

“Oh, no, no otra vez.” Suspire para mis adentros. Este viejo había estado dándole ánimos al chico diciéndole que sería un héroe desde que llego. No estoy en contra de que lo apoyara, pero solo estaba dándole falsas esperanzas.

-Pero anciano, este lugar… no hay salida de este lugar. -Dijo el chico tirado en su celda, hacía poco había vuelto de la tortura. Había resistido más de un año, estaba sorprendido aunque mi caso era el mismo, a esta altura tendría 16, el probablemente fuera un poco más joven.

-¡Siempre hay una salida, el único lugar sin salida es el infierno chico y tú nunca caerías ahí, tu eres un héroe!

“¿Cómo estas tan seguro que esto no es el infierno viejo?” Aunque siempre lo pensaba nunca llegue a contestarle, que ganaba rompiendo las esperanzas del viejo y aun mas, las del chico. Uno necesitaba algo que lo mantuviera con vida en este lugar, yo lo tenía, ¿por qué debería negárselo a los demás?

Estas conversaciones seguían repitiéndose, al principio los de las demás celdas se enojaban con ellos, pero luego dejaron de quejarse. No podían hacer nada desde sus celdas más que gritar y eso no parecía afectar a estos dos. Aun mas, el discurso del viejo parecía afectar a los demás también, generaba el pensamiento de que todavía había una oportunidad, por muy pequeña que fuera.

Yo no hacía mucho caso, yo tenía mi propia esperanza, si mi familia aún vivía no tenía duda de que los encontraría, no iba a morir en este lugar, así tuviera que resistir esto durante diez o veinte años.

A veces fantaseaba despierto pensando en mi hermano y en mi madre. El probablemente hubiera perseguido a su amor aun después de esa tragedia, a esta altura probablemente ya estaría cerca de alcanzar su objetivo si no lo había hecho ya. Mi madre probablemente se habría mudado a un pueblo más al centro del Reino para evitar ser atacada de nuevo.

“Tal vez ya asumieron que estoy muerto…”

Ese pensamiento me asaltaba a menudo, me carcomía la duda de saber que yo estaba muerto para ellos, que habían conseguido vidas en las que yo no estaba en ninguna parte. Tal vez no tenía un lugar donde volver…

“No, que importa si piensan que estoy muerto, solo tengo que regresar y demostrarles que estoy vivo.”

Sí, si volvía y tenían nuevas vidas solo tenía que conseguir una yo también. Tal vez estorbe un poco al principio pero conseguiría un lugar donde ir así tuviera que trabajar hasta vomitar sangre, no es como que eso pudiera ser peor que esto.

Los días pasaban iguales, costaba diferenciar uno del otro. Solo podía guiarme con las comidas que se suponía que llegaban una vez cada dos días. Esa no era la mejor guía porque tal vez ellos no cumplían con eso, tal vez llevaba aún más tiempo allí, pero era todo lo que tenía.

Todo seguía igual, hasta el fatídico día en que me llevaron otra vez a la sala de torturas, solo faltaba un mes para llevara 3 años allí. Ellos fueron a buscarme, me llevaron a la dichosa sala que ya tenía grabada en mi cerebro. Cuando el calvario terminó no me llevaron a mi celda. Me acercaron a lo que yo pensaba era una bajada a un nivel aún más profundo.

Cuando bajamos por esas escaleras de piedra ennegrecida me golpeo una sensación de asco, tristeza, enojo. Todas las emociones negativas que pudiera imaginar inundaron mi corazón, era horrible. En un momento sentí nauseas por lo que me rodeaba, al otro empecé a llorar sintiéndome lo más bajo del mundo, luego la desesperación, pensando que no podría salir nunca de ese lugar.

En ese estado me llevaron por un pasillo, un pasillo lleno de celdas igual a aquel donde había vivido los últimos dos años. Mirando dentro de las celdas también vi prisioneros, era idéntico a aquel lugar donde había estado hasta ahora.

Era igual, y a la vez distinto.

Los prisioneros dentro de las celdas estaban medio de pie contra la pared, sus brazos encadenados en las paredes apuntando al cielo. Todos gritando, creando un estruendo lleno de dolor y agonía que destrozaba mí esperanza. ¿Qué pasaba? ¿Hasta donde yo sabía no les estaban haciendo nada?

Seguí avanzando por esos pasillos de negatividad mientras mi corazón parecía volverse negro inundado de todo aquello que no había querido dejar entrar cuando aún estaba en mi celda. Me había negado a hacerlo, esas emociones bloquearían mi esperanza, me desviarían de mi objetivo, pero ahora volvían más fuertes que nunca llenando mi mente.

Entonces los guardias que me llevaban se detuvieron y me hicieron entrar a una celda. Me llevaron contra la pared y me encadenaron…

En el momento en que esas cadenas negras tocaron mis muñecas me retorcí. El dolor que me llego desde esas ataduras de acero era indescriptible. Era como dejar lava entrar en mis venas desde mis muñecas. Sentí mis nervios arder mientras mis músculos se destrozaban lentamente. Mis huesos parecían partirse para luego volver a unirse.

A esto se le unían las emociones negativas que parecieron golpear aún más fuerte que antes. Mi mente no pudo resistirlo, pensé que me había acostumbrado al dolor pero esto estaba a otro nivel y no se detenía, y esos sentimientos oscuros bloqueaban mi capacidad de razonar.

Todo lo que pude hacer fue quedarme ahí retorciéndome en mis ataduras y gritar, gritar de forma continua sin detenerme en ningún momento. No tenía fin y parecía empeorar a cada segundo, ¿o eran minutos, horas? Podían fácilmente ser días y no lo notaria.

Entonces en algún momento el dolor menguó aunque la oleada de negatividad persistía. Las cadenas se aflojaron y caí al suelo. Al fijarme con atención las cadenas no terminaban en la pared sino que seguían hacia adentro de la pared por lo que podían subirlas y bajarlas.

-¿Cómo estuvo tu primera sesión? -Una voz grave pareció decirme algo, cuando voltee a ver quién era me encontré con un hombre de dos metros de altura y de piel oscura.

-Haaah… Haaah… -No podía hacer más que respirar pesadamente, no tenía idea de que pasaba, pero… ¿se supone que eso sucedería más veces? Esperaba que fuera mentira, deseaba con todo mí ser que fuera mentira. -Eso… ¿Cada cuanto pasa?

-Todo el tiempo, será mejor que vayas preparándote para cuando vuelva a empezar chico. -Dijo el hombre, mi rostro se congelo, solo me le quede mirando.- Solo se detiene una vez al día durante una o dos horas, luego empezara de nuevo y no parara. -Contesto ante mi expresión.

-¿Tienes idea de cuánto paso desde que llegue?

-¿Una hora? Tal vez menos...

Pregunte porque necesitaba una referencia… pero en el fondo de mi ser albergaba la esperanza de que hubiera sido más tiempo. Luego de eso estaba temblando, un sudor frio me cubría y podía sentir las lágrimas fluyendo de mis ojos. Si una hora me había dejado así entonces ¿Como sería un día completo? Un escalofrío recorrió mi cuerpo haciéndome temblar aun más.

-¿Qué es esto exactamente? -No tenía sentido, solo me habían puestos las cadenas y el dolor recorrió mi cuerpo.
-Créeme chico, es mejor que no lo sepas.

-Jajajaja, ¿quieres saber qué es? Pronto lo sabrás niño, me encantaría ver la cara que pones cuando te enteres, jajajaja… -Eso comento un guardia que había escuchado nuestra conversación, luego solo siguió avanzando por el pasillo mientras se reía.

La cuestión siguió dando vueltas en mi cabeza, pero lo único que se me ocurría era que fuera magia. Pero eso era una locura, ¿por qué derrochar magia de esa forma?, los magos no eran tan raros, pero la cantidad de magia para torturar a todas las personas que había en este lugar seria impresionante. No es que fuera un experto pero eso es lo que me decía mi sentido común.

No era algo que pudiera ser mantenido por un mago, aun un grupo de magos no podría manejar al número de personas que había allí. Tampoco había ningún sentido para hacer algo así.

Era verdad, luego de una hora nos trajeron la comida, y luego de una hora más la tortura empezó otra vez. Era simplemente imposible de resistir, solo podía estar ahí retorciéndome y gritando. Sintiendo como si mis huesos se fundiera y mi cuerpo se derritiera.

El tiempo parecía haberse detenido en medio de la agonía, no podía sentirlo pasar. Era eterno, en algún momento mi garganta empezó a doler y más tarde perdí la voz por completo. Solo estaba ahí con la boca abierta sin liberar ningún sonido, mis cuerdas vocales habían llegado a su límite.

Entonces luego de lo que parecieron haber sido años se detuvo. Ya no tenía siquiera fuerzas para temblar, solo me deje caer lo más que podía. Mis brazos colgando de las cadenas, y me costaba respirar con mi garganta destrozada de tanto gritar. Podía sentir mis pensamientos desvanecerse poco a poco.

-Oye, es mejor que no te duermas. -Dijo alguien de las celdas cercanas, ni siquiera podía saber de dónde venía. -Primero come, amiguito, si no comes será aun peor.

No estaba seguro de si era la misma persona pero mi conciencia ya estaba hundiéndose en la oscuridad. Simplemente no podría haberme mantenido consciente aunque hubiera querido.

Pareció ser solo un instante y la tortura comenzó otra vez. Era demasiado, a este paso no sobreviviría a la semana. ¿Se suponía que teníamos que morir aquí?

El tiempo siguió pasando, lentamente, tan lentamente que parecía tomarle el doble o el triple de tiempo. Simplemente el dolor alargaba los segundos en mi mente, era inaguantable. Había podido acostumbrarme a las torturas hasta cierto punto, pero esto estaba en una categoría completamente distinta.

Luego de lo que fue el peor mes que había vivido hasta ahora cumplí tres años de estar en el infierno. Estaba perdiendo las esperanzas, probablemente si me preguntaran no me tomaría mucho renunciar a mi vida. Ya era difícil escapar aun con una oportunidad en el nivel en el que estaba antes. Pero ahora no había ninguna posibilidad. No solo la seguridad era mayor ya que todos estábamos encadenados, sino que también estábamos completamente debilitados por el calvario.

Estuve un tiempo con la duda de que era lo que nos hacían. No podía preguntarles a los otros prisioneros ya que mi garganta no dejaba salir más que sonidos ásperos sin significado, temía haber perdido mi voz para siempre. Todo lo que podían hacer era quedármele mirando al hombre que me había hablado antes esperando que notara la duda en mi rostro.

Al principio me ignoraba, pero luego note que sabía lo que esperaba. Tan solo no quería decírmelo, empezó a darme vistazos como esperando que perdiera el interés. Pero luego de un tiempo se dio por vencido con un suspiro y me contesto.

-¿De verdad quieres saber?

Solo pude asentir.

-Mira detenidamente mi cuerpo. -Fue lo único que dijo soltando un suspiro.

No entendí a que se refería al principio. Sin embargo, lo de observar mejor los detalles mi cara mostro mi espanto. De primeras no había nada raro, era solo un hombre de piel oscura. Pero al mirar mejor note algo raro, su piel no era solo oscura.

Pero eso no fue lo peor, eso lo supe al ver sus pies. Estos tenían el mismo tono de piel que la mía. No lo entendía muy bien, si él quería que notara eso entonces… ¿Los que nos tenían cautivos nos estaban haciendo eso? Pero ¿con que motivo?

Le eche un vistazo a los demás prisioneros, y efectivamente pasaba lo mismo con ellos. Sus cuerpos había empezado a volverse negros a partir de las muñecas en las que estaban las cadenas. Finas líneas de ese color oscuro se extendían por sus brazos como raíces aferrándose a sus cuerpos y cubriéndolos cada vez más.

-Así que nunca viste uno antes ¿eh? -Me dijo al ver mi expresión confundida. -En serio, es mejor que no lo sepas.
Pero seguí mirándolo fijamente, necesitaba saberlo. La duda me carcomería si no sabía la verdad. Según yo, siempre era mejor saber que permanecer en la ignorancia… Que tonto fui.

-Ellos… -Empezó a contestar al ver en mi expresión que no me daría por vencido. -… Ellos... Nos están transformando en demonios.

Un escalofrió recorrió mi espalda mientras sudores fríos empezaban a cubrir mi cuerpo. Comencé a temblar de forma irremediable. “Demonio… ¿Me estás diciendo que me estoy convirtiendo en demonio?” No podía creerlo, era algo demasiado inesperado.

-Ya lo veras, cuando terminan de convertir a alguien en demonio traen a un mago para que forme un pacto con él. Parece ser que así es más fácil realizarlo y el mago corre menos peligro.

Tenía sentido pero aun así… no quería aceptarlo. Esto era para aumentar su potencial de guerra seguramente. Estaban usando personas para creer su armamento de guerra. Estaban creando monstruos que lucharían por ellos usando vidas humanas.

La cabeza me daba vueltas, no podía pensar con claridad, tampoco quería hacerlo. Pero pronto el dolor se ocupó de quitarme esos pensamientos. En el fondo de mi corazón estaba agradecido con ese dolor infernal por dejarme olvidar lo terrorífico de lo que acababa de escuchar.

El tiempo siguió avanzando tan lento como antes o incluso más. Deje de prestarle atención a mí alrededor. Ya nada me importaba, solo me quedaba allí mirando el suelo cuando la tortura se pausaba. En un momento me pareció oír pasos pero ni siquiera alce la cabeza, creo que vinieron a buscar a uno de los que se habían convertido. No quise mirarlo, no quería ver en lo que me convertiría, la idea me aterraba.

Habiendo pasado cuatro meses al mirar mis manos me invadía la desesperanza… la imagen aparecía ante mis ojos era horrible para mí, se habían puesto negras hasta poco después de las muñecas. Era verdad. Me estaban convirtiendo en un demonio, había estado pensando en el tema como algo irreal, pero poco a poco, no me quedo otra que aceptarlo y la realidad me golpeó en la cara.

Mi corazón se rompió aún más si es que era posible. Me encerré dentro de mi cabeza. Empecé a repudiarlo todo. Al Imperio, por transformarnos en armas vivientes. Al Reino, por no venir a ayudarnos. A mi familia, que seguramente me había olvidado y estarían viviendo felizmente sus días. A mí, por haber sido débil y dejar que me atraparan…

El dolor de las torturas y las negatividad que llenaba el aire estaban cambiando mi forma de pensar, yo lo sabía. Pero mis pensamientos inducidos no estaban equivocados. Lo que antes me hacía pensar de forma diferente era mi humanidad. Algo que era difícil mantener en un sitio como este.

Mi humanidad había evitado que odiara a mi familia por olvidarme, por seguir sus vidas sin mí. Seguramente me habrían dado por muerto, aun sin haber visto mi cadáver. Mientras que yo estaba aquí, con mis inútiles esperanzas de que ellos estarían vivos. Creyendo en ellos, pero solo me estaba engañando a mí mismo. Solo estaba soñando despierto.

Fui un tonto. Elegí creer en esperanzas inútiles y en personas que ni siquiera sabía si estaban vivas. Elegí mantenerme con vida por otros, cuando solo tendría que haberme preocupado por mí. Fui un verdadero tonto.

“Pero ya no será así, no pienso volver a cometer el mismo error. Saldré de este lugar, ellos no podrán evitarlo, y cuando lo haga me encargare de que sufran un infierno aun peor al que me hicieron sufrir. Y mi familia… ya no importan, seguramente estén muertos y si no lo están ya no forman parte de mi vida ni yo de la suya…”

La rabia inundo mis venas, ahuyentando el dolor. El rencor cubrió mi mente, opacando la esperanza. Y entonces…

-¿Necesitas ayuda, chico?


… ¡!

Mis gritos de dolor casi se interrumpen por la sorpresa. Alguien me había hablado. Trate de mirar a mí alrededor haciendo un esfuerzo titánico por concentrarme. No había guardias cerca, y aunque los hubiera la frase no concordaba para nada con su actitud. Y los demás prisioneros… bueno, estábamos en medio del ciclo de tortura así que ninguno habría podido articular una palabra siquiera. Pero entonces…

“¿Qué fue eso?”

Luego no volvió a pasar nada fuera de lo normal. En la pausa trate de razonar que era lo que había pasado pero no pude hallarle ningún sentido. Esa voz parecía haber venido de ninguna parte esfumándose igual de rápido que como había aparecido dejándome totalmente confundido.

Con el tiempo decidí pensar que solo había sido un delirio mío pero no podía sacarme esa voz de mi cabeza. Siempre estaba ahí, en algún rincón de mi mente, incluso en medio del dolor de la tortura.

“¿Necesitas ayuda chico?” Una frase sencilla, pero era justo lo que estaba esperando por eso asumí que solo había sido una mala pasada que me jugo mi cerebro. El mundo no era tan bueno como para darme una mano.
“Pero si hay una posibilidad…”

Por mínima que fuera valía la pena arriesgarse. Pero no había vuelta a aparecer, no sabía cómo contactar con quien me había hablado. ¿Cómo contestarle?

Trate de contestarle mentalmente, ya que me di cuenta que nadie había oído la voz aparte de mí, tal vez estaba conectado con mi mente. Pero no hubo respuesta, solo me quedaba probar decirlo. Era mi última oportunidad.
-¡Sí, por favor ayúdame! -No me importo gritarlo y que los demás prisioneros se me quedaran viendo, arrodillándome en el suelo casi tumbándome por completo.

Era un pedido desesperado de alguien que había caído a lo más hondo. Necesitaba algo que me permitiera salir, y ya había renunciado al simple hecho de esperar a un fallo en el sistema de la fortaleza. Aunque ocurrieran no eran más que falsas ilusiones, no eran suficiente para escapar.

Lo que necesitaba era que alguien me diera una mano. Y si me permitía salir con vida de allí, entonces estaba dispuesto a pagar lo que fuera necesario.

Si me permitía conseguir mi venganza de quienes me lo habían quitado todo…

Si conseguí recuperar la libertad que me habían arrebatado…

Si era capaz de conseguir una nueva vida…

Si podía salir de ese infierno…

Haría lo que fuera…

-¿Qué te parece hacer un trato, chico?

Créditos:
Escritor: MadEye
Editores: Roberkineo Rueez

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